
Cuando se tiene a un ingeniero como gobernador es normal que la construcción de carreteras y puentes se convierta en la actividad principal. Es el caso del Puente de Bosset, construido en 1813 sobre la bahía de Argostoli en Cefalonia, una sorprendente isla griega llena de atractivos para una escapada cultural.
Con Charles de Bosset se construyeron numerosos puentes para acortar las conexiones entre las diferentes poblaciones de la isla. Su proyecto más ambicioso fue el puente de Argostoli a Drapano, que acortó el camino hacia el norte de Cefalonia. Nada de vidrio ni materiales ligeros como los que se usan para algunos de los puentes de récord que se construyen en el mundo hoy en día. Solo piedra y 16 vanos en diferentes segmentos para alcanzar los 670 metros de largo, suficiente para ser considerado el puente de piedra más largo de Europa. Junto a él, flotando en el mar, el obelisco dedicado al protectorado británico de la República de las Islas Jónicas.
El Puente de Bosset ha ido adaptándose en el tiempo, ha sobrevivido a terremotos como el de 1953 y al tráfico pesado. En 2009, cuando se dieron cuenta de que el puente dejaba de ser una infraestructura útil para el tráfico que rodaba hacia el centro de Argostoli, pasó a ser únicamente peatonal y se ha convertido en un mirador espléndido para ver atardecer sobre la ciudad.