Ubicación Exacta

El “Quien fue a Sevilla, perdió su silla" nació en este castillo

Además de ser una joya del arte gótico mudéjar, es una coordenada geográfica del refranero español.

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Este pequeño pueblo de la provincia de Segovia, tiene uno de los mejores ejemplos del arte gótico mudéjar español además de ser una de las coordenadas geográficas clave del refranero popular: "Quién fue a Sevilla, perdió su silla", aunque se encuentre a más de 500 kilómetros de distancia de Sevilla.

Tal como informa el Instituto Cervantes, el popular refrán tiene adiciones, de las cuales la más difundida es la siguiente: “Quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Aragón se la encontró”. Otras versiones son las siguientes: “Quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Jerez, la perdió otra vez” o incluso “Quien fue a Sevilla, perdió su silla; quien fue y volvió, a garrotazos se la quitó”. 

 

Hay que remontarse a mediados del siglo XV para encontrar el origen del dicho. Durante el reinado de Enrique IV (1454-1474), se concedió el arzobispado de Santiago de Compostela a Alonso II de Fonseca, sobrino del arzobispo de Sevilla, Alonso I de Fonseca. Pero como la ciudad de Santiago estaba algo revuelta, el sobrino pidió a su tío que se ocupara él de Santiago hasta que apaciguara la situación.

 

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De mientras, él se encargaría del arzobispado en Sevilla. Y así fue hasta que Alonso de Fonseca pacificó Santiago de Compostela. Para cuando quiso volver al cabo de cinco años, su sobrino le había cogido tanto gusto a Sevilla, que se negó a cederle de nuevo el arzobispado, hasta el punto que hubo que hubo de recurrirse a un mandamiento papal y al ahorcamiento de algunos de sus partidarios.

Los Fonseca tenían su señorío en la villa de Coca, de ahí la relación de este castillo de la localidad segoviana con la capital hispalense. En cuanto al castillo donde descansa la memoria del famoso arzobispo, se inició su construcción en 1453 promovido por Don Alonso de Fonseca, el ilustre obispo de Ávila. Fue diseñado por el famoso arquitecto Ali Caro, quien se encargó de las etapas iniciales de su construcción. Sin embargo, a la muerte de Don Alonso de Fonseca, su hermano se hizo cargo y continuó la obra. Lo que distingue al Castillo de Coca es su excepcional diseño arquitectónico. Construido sobre una explanada de una zona escarpada, aprovecha el meandro del río Voltoya, afluente del Eresma, como foso. Esto lo convierte en un espectáculo visual fascinante.

 

Pero no todo es fachada. Al entrar en el castillo, sorprende la nobleza y riqueza de la decoración interior. Las habitaciones están adornadas con elaboradas decoraciones geométricas mudéjares hechas de estuco, creando una muestra fascinante de artesanía. Las paredes también están adornadas con pinturas cautivadoras. Cada ladrillo y cada rincón del Castillo de Coca es sorprendente.