
Entre dos de los espectaculares fiordos de Noruega, concretamente los de Saltenfjorden y Skjerstadfjorden, las aguas del norte se retuercen, la marea cambia y comienza a moverse, formando enormes remolinos que se van desplazando con la corriente. Esto ocurre cuatro veces al día en el estrecho de Saltstraumen, que con apenas 150 metros de ancho llega a acumular 400 millones de metros cúbicos de agua que alcanzan los 23 kilómetros por hora. Aunque incluso puede llegar a velocidades más elevadas cuando la corriente es más fuerte, convirtiéndose la corriente de mareas más intensa del planeta.
Este fenómeno natural lleva años atrayendo a una gran cantidad de viajeros y aventureros que ponen rumbo hacia las frías aguas del norte para vivir la experiencia. Los más arriesgados lo hacen desde dentro, en una lancha que los acerca hasta el mismo centro del estrecho, pero hay otras formas de disfrutarlo. La mejor opción es desde el puente de Saltstraument, que cruza justo por encima de las corrientes ofreciendo una vista de pájaro espectacular. De ambos lados, además, parten caminos desde los que se puede vivir la aventura desde un poco más cerca.
Aparte de ser una curiosa atracción, esas aguas son también una zona marina protegida, donde viven una gran cantidad de animales, tanto dentro como fuera de sus aguas. A medida que el viajero se acerca, aumenta el sonido de las fuertes aguas, removiéndose con fuerza bajo un cielo, muy cercano, iluminado en ocasiones por las auroras boreales.