Hay un lugar donde aún, uno puede tomar una copa de vino junto al escritor estadounidense Ernest Hemingway. Su gusto por el alcohol y la fiesta no es desconocido, pero seguro que su paradero real sí. El autor de El viejo y el mar no está en el cementerio de Ketchum, Idaho como muchos creen. No, en realidad, está en una sala adjunta al mítico café Iruña, en Pamplona. Tras el salón de estilo vienés, una puerta conduce a una pequeña sala. Allí, una barra impoluta recibe a los visitantes. Y junto a ella, codo apoyado en la madera como buen bebedor, está Hemingway, esperando que le sirvan la última copa.
Allí pasó alguno de los años más felices, bebiendo vino, presenciando los sanfermines y como no, escribiendo. En la capital navarra se gestaron algunos de sus libros como Adiós a las armas o Fiesta, que relata justamente la experiencia de los toros. Justamente unas calles más allá, pasada estafeta, existe otra escultura del célebre escritor que preside una de las puertas de la plaza de toros.
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