
De apenas 5 km cuadrados en medio del canal de la Mancha, frente a las costas de Normandía y a media distancia entre la península de Cherburgo (Francia) y el sur de la costa de Inglaterra, la isla de Sark es uno de los territorios más peculiares de Europa: hasta el 2008 se trataba de un régimen feudal.
Aunque históricamente es un ente separado de Reino Unido, la isla de Sark es soberanía británica. Por eso el himno oficial es el God Save the King (Dios salve al Rey). Cuando suena no se antoja un anacronismo, pues la isla, tal como explica Vitali Vitaliev en su Atlas de las curiosidades geográficas, aún sigue regida por leyes medievales. Una de esas leyes dice que los 40 jefes de las familias locales, incluido el señor feudal, están obligados a tener a mano mosquetes para proteger la isla de posibles invasores.
Esta curiosa legislación responde a una no menos curiosa estructura política que nace de una arcaica carta patente por parte de la reina Isabel I de Inglaterra que cedía como feudo a perpetuidad la isla a Herle de Carteret, quien debía asegurar la protección de la isla e impedir que los piratas la saquearan. A su vez, De Carteret dividió la tierra en cuarenta parcelas y se las entregó a cuarenta hombres y sus familias que debían trabajarla y tenían la obligación de contribuir con la defensa de Sark.
Es bastante improbable que estos señores de Sark tengan que desempolvar sus mosquetones para defender la isla a las hordas de turistas, la fuente principal de riqueza. El viajero encuentra un pequeño paraíso donde los vehículos motorizados están prohibidos, y el transporte se realiza en bicicletas y carruajes.
Hoy en día, cuando el sistema feudal ya ha quedado atrás, los retos de las autoridades democráticas son otros: evitar la despoblación y que la isla se convierta en puerta para el contrabando.