Aunque se tiende a pensar que el mundo está totalmente descubierto, la realidad es que a día de hoy, se siguen hallando nuevas especies de animales, de plantas y lugares que han permanecido ocultos durante siglos, incluso milenios. El okapi es un ejemplo de ello. No fue hasta 1901 que se detectó por primera vez el llamado ‘unicornio de África’, el pariente vivo más cercano a las jirafas. De hecho, se le conoce popularmente como jirafa de bosque.
A decir verdad es una mezcla entre una jirafa, una cebra y un caballo y su lengua es tan larga que puede limpiarse las orejas con ella. A pesar de su extraño físico, lo que más llama la atención del okapi es la habilidad para mimetizarse con el entorno. El sigilo es su gran defensa, por ese motivo permaneció oculto durante tanto tiempo. En la actualidad no tiene tanta suerte y se encuentra en la lista de animales en peligro de extinción, siendo la reserva de la República Democrática del Congo, el último reducto de esta joya. Sin embargo, los conflictos en la zona y otros factores como la desaparición de los bosques amenaza seriamente su supervivencia.
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