Los Ojos del Guadiana, así se comenzó a llamar a la surgencia histórica donde se consideraba que nacía el río. Aquellos puntos encharcados de donde manaba agua constantemente les parecía a los lugareños los más similar a un ojo. El lugar se veía como algo especialmente llamativo y enigmático y es que debido a la presión del agua, el fondo de estas surgencias se encontraba libre de vegetación y arena, lo que le daba al agua un tono mucho más oscuro que el resto.
Aunque la analogía de un río naciendo de unos ojos es una imagen muy poética, la realidad es mucho más prosaica. El sistema hídrico del Guadiana no es una corriente subterránea, sino un enorme acuífero en estratos porosos de caliza que posibilitan tanto la infiltración del agua como su discurrir hacia el noroeste, siguiendo la pendiente del terreno. Esto hace que el agua se desplace lentamente y se acumule en las zonas más bajas para emerger finalmente en estos manantiales.
Sin embargo, la poesía ha llegado a la actualidad. Y si bien es cierto que no se sabe hasta cuándo será posible ver en estos afloramientos unos ojos naturales, ya que la situación hídrica constata cada año niveles freáticos en el acuífero más bajos, se sigue conociendo a este enclave del Parque Natural Las Tablas de Daimiel como los Ojos del Guadiana.