Es muy difícil definir la obra de Koen Vanmechelen. Mejor dicho, es muy complejo desentrañar su obsesión por el mundo animal doméstico y, sobre todo, por su pasión por los pollos. Sin embargo, sus reflexiones sobre la importancia de estas criaturas y su relación con el desarrollo de la civilización le han convertido en uno de los artistas más reconocibles del panorama actual. De ahí que el ayuntamiento de Genk (Bélgica) pensara en él para reformular el antiguo zoo de la ciudad. Una institución que, por otro lado, ocupaba una antigua mina que pagaba las facturas de la ciudad hasta 1964. La última transformación tiene nombre de Labiomista y se trata de un complejo que nació como estudio para el artista y que se ha convertido en un tres en uno donde no solo destaca el edificio-taller diseñado por Mario Botta, también las galerías donde se exponen su obra y los jardines donde los árboles conviven con esculturas, un auditorio y una curiosa granja.