Entre termas, pueblos y buena gastronomía

Los mejores pueblos de Barcelona para escaparse con amigas

De Sitges a Cardona pasando por Caldes de Montbui, estos son los rincones con más encanto para disfrutar de una escapada en algunos de los pueblos más bonitos de Cataluña.

Barcelona es fantástica. Sol, playa, arquitectura, gastronomía, no es de extrañar que la Ciudad Condal siempre ocupe los primeros puestos entre los destinos urbanos más visitados. Pero hay algo más que se suma a atractivos como el Parc Güell o la Casa Batlló, ya que también está el hecho de que Barcelona es perfecta como punto de partida para una escapada en cualquiera de los preciosos pueblos que la rodean. Situados en su mayoría a menos de dos horas, en estos pueblos con encanto es posible descansar, pasear por calles empedradas, visitar iglesias románicas, castillos de leyenda o simplemente disfrutar de la naturaleza. Es el plan perfecto.

Sitges
Foto: Shutterstock

Sitges

Ubicada a tan solo 30 minutos de Barcelona, esta localidad mediterránea goza de más de 300 días de sol al año, playas urbanas, una uva propia y una interesante combinación de arquitectura colonial y modernista. Hay quien pudiera pensar que si algo no está en Sitges, no existe.

 

Locales, bohemios y una comprometida comunidad gay internacional han hecho de Sitges lo que es hoy, un destino cosmopolita donde todo y todos tienen cabida. Resulta admirable la forma en que la cultura catalana es receptiva a cierta anarquía vital sin importar género ni condición. 

 

Y todo esto sucede en un lugar cuyos primeros restos datan del siglo XI, aunque fueron los que en Sitges se conoce como “americanos” (colonos) quienes en los siglos XVII y XVIII regresaron con grandes fortunas para construir lujosas casas de veraneo en la localidad, ubicándola así en el mapa social catalán. Las calles de Sitges acumulan un buen puñado de referencias de arquitectura ‘art nouveau’ catalana, entre ellas, la Casa Bonaventura Blay, la Casa Manuel Planas o la Casa Pere Carreras, así como en el interior del Teatro Prado. Muchas de las mansiones han sido convertidas hoy en hoteles y si bien no destacan por las estrellas, sí lo hacen por sus espectaculares mosaicos, azulejos, molduras, hierro forjado, románticos jardines y otras extravagantes características.

 

Caldes de Montbui
Foto: Adobe Stock

Caldes de Montbui

Hay que remontarse hasta la época de los romanos para conocer la historia y los cimientos de Caldes de Montbui y de uno de sus mayores atractivos: sus aguas termales. Y es muy posible que fuera aquí, en esta comarca, donde se marcara un antes y un después en el turismo de bienestar, sobre todo entre los siglos XVII y XVIII, cuando se desarrolló el auge de los balnearios, no solo aquí, sino también en el resto de Europa. Tres son los balnearios que continúan abiertos en la localidad y que, de hecho, continúan siendo motivo de peregrinaje. Las propiedades de sus aguas son, junto a las instalaciones, los mayores atractivos de este lugar que condensa innumerables virtudes: son ‘Broquetas’, ‘Vila de Caldes’ y las ‘Termes Victòria’. Todas se nutren de una fuente que comenzó a brotar hace más de 500 años, la Font del Lleó. 

 

Y si la relajación es una máxima en cualquier plan de escapada a Caldes de Montbui, también lo es su gastronomía, con la producción de uno de los dulces catalanes más famosos a la cabeza: los carquinyolis. Se trata de un biscote típico local, pero cuya fama ha trascendido fronteras y hoy puede encontrarse en muchos lugares de Cataluña e incluso fuera. Para quienes deseen probar algunos de los más míticos, en la pastelería ‘Casabayó’ los elaboran de forma artesanal y con una receta ancestral que, por supuesto, nadie quiere compartir. La buena noticia es que sí se pueden, y se deben, disfrutar.

Cardona
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Cardona

Ubicada a poco menos de 2 horas en coche de Barcelona, hay muchas afirmaciones que se pueden vincular al precioso pueblo de Cardona, pero sobre todo una es 100% cierta: Cardona se lo debe todo a la sal. Su fama y posicionamiento se deben al viejo recinto que la catapultó a la riqueza mineral, la Mina Nieves, en el Parque Cultural de la Montaña de Sal, y que hoy se puede visitar, siendo una de las experiencias turísticas más interesantes de la zona.

 

Y del centro de la tierra a lo alto de la villa, precisamente hasta el castillo que corona Cardona y cuya fecha de construcción se remonta hasta el año 886. Su creación fue orden directa del conde de Barcelona, Guifré el Pilós. La estrategia aquí fue dar vigorizad a la expansión hacia el centro del territorio, donde empezó la repoblación para otorgar a Cataluña una mayor población. Y suma y sigue, ya que el municipio también cuenta con otras construcciones de gran valor arquitectónico, como la colegiata de Sant Vicenç, una joya del románico catalán, y de un núcleo antiguo de angostas callejas, vetustos soportales y casas nobiliarias porque el poderío minero era evidente en la localidad.

Mura
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Mura

Para llegar hasta el epicentro de la arquitectura medieval de Barcelona no se tarda ni hora. Mura es, además de una de las localidades empedradas más bonitas de todo Cataluña, también es de las más ‘disfrutables’, repleta de maravillas arquitectónicas y ambientación de película. 

 

Lo primero que hay que hacer en Mura es visitar su casco antiguo, donde se encuentran varios imprescindibles de la localidad, como la iglesia de Sant Martí del siglo XII y estilo románico o los restos del castillo del pueblo que datan del siglo XI. La vida de sus calles y plazas completa un destino amable donde dan ganas de quedarse a vivir. Aunque si esto no fuera suficiente, en las cercanías del municipio se encuentran una serie de construcciones medievales como el molino harinero o la magia Puig de la Balma, cuyos orígenes también datan del siglo XII.

 

Piedras e historia a un lado, los amantes de la naturaleza también encuentran en Mura su particular nirvana adentrándose en el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt y el Obac que, con un precioso paisaje, bordea la localidad y brinda al caminante algunas imágenes de postal que son ‘carne de Instagram’.

Vic
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Vic

El impactante patrimonio monumental del que goza la  capital de la comarca de Osona es, en sí mismo, suficiente atractivo para visitar Vic, pero la cosa es que esta localidad catalana da para más, mucho más.Todo comienza en su plaza Mayor, que es donde todo sucede. Al corazón que hace latir a la localidad se le suma la preciosa catedral y también el Museu Episcopal, además de numerosas calles con encanto como la Pujada de l’Araima. El aroma medieval de Vic rezuma por los cuatro costados, y se trata de una de las mejores escapadas históricas y arquitectónicas en Cataluña. 

 

Pero si el peso de la historia y la arquitectura es enorme, también lo es su marcado carácter comercial, posicionándose como uno de los mejores sitios donde comer, y comer muy bien, y también donde comprar. Por eso en Vic se dan cita numerosos mercados y mercadillos semanales que se suelen ubicar a lo largo y ancho de su Plaza Mayor, y donde encontrar numerosos productos locales entre los que destacan embutidos singulares como la botifarra d’ou o el salchichón trufado.